En este artículo finalizaremos de mencionar algunas de las mejores prácticas que aplican los líderes positivos con sus colaboradores. Así seguimos examinando al buen jefe.
Es amigable y accesible: Todos hemos tenido jefes difíciles, por no hablar de los autocráticos y mezquinos. Si tu jefe es amigable y accesible, si realmente te ayuda a discutir un problema o cómo resolver un problema en particular que lo está molestando, estás frente a un buen líder.
Logra comunicarse de manera eficaz: Sabes exactamente lo que tienes que hacer y para cuándo. Tu jefe te lo ha explicado todo y esto facilita mucho el cumplimiento del plazo. Los problemas surgen cuando un mal jefe no tiene habilidades para comunicarse.
Puede asumir la culpa: A veces, un mal jefe hará todo lo posible para echarle la culpa a un miembro del equipo, cuando la decisión incorrecta fue definitivamente suya. Ahora el buen jefe admitirá los errores y guiará abiertamente al personal a través del análisis del fracaso y las lecciones que se deben aprender.
Mantiene las reuniones al mínimo: ¿Qué es lo que realmente irrita a la gente? Sí, lo adivinaste: esas reuniones interminables y, a menudo, inútiles. ¿Te suena; “Esta reunión podría haber sido un mail?”. Los trabajadores sienten que las reuniones deben usarse para intercambiar ideas e informar sobre el progreso. Deberían ayudar, en lugar de obstaculizar la productividad. Los buenos jefes lo saben y lo ponen en práctica.
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